Lo confieso. En los días que más presionada me siento, suelo comer sin prestar atención a los ingredientes que componen mis alimentos. Empeñada en revertir esta situación me acerqué al mindful eating (también conocida como alimentación consciente), un enfoque de alimentación que busca redescubrir el acto de comer desde la atención plena y la conexión con nuestras necesidades físicas y emocionales. Este enfoque no sólo nos ayuda a mejorar tu relación con la comida, sino que también fomenta una alimentación más equilibrada y placentera.
¿Qué es mindful eating (alimentación consciente)?
La alimentación consciente se basa en una serie de principios que nos invitan a prestar atención a cada aspecto del proceso de comer, desde la selección de los alimentos hasta la manera en que masticamos. No se trata de una dieta, sino de una práctica que nos enseña a estar presentes en el momento, sintonizándonos con nuestras señales de hambre y saciedad. Al practicar el mindful eating, reducimos el “comer emocional” o impulsivo, y aprendemos a diferenciar el hambre física del hambre emocional.
Principios clave del mindful eating
Escucha las señales de hambre y saciedad. Comer cuando sentimos hambre y detenernos al estar satisfechos ayuda a mejorar nuestra relación con los alimentos y a reducir el riesgo de excesos.
Desacelera y disfruta. Saborea cada bocado, esto contribuirá a que te sientas más satisfecho.
Evita distracciones. Comer en el sofá, frente a la computadora o revisando el celular reduce nuestra percepción de cuánto y qué estamos comiendo. Practicar el mindful eating significa dedicar tiempo a comer en un espacio adecuado, sin distracciones externas.
Explorar los sentidos. Al percibir los aromas, texturas, colores y sabores de cada alimento, redescubrimos el placer de comer y nos reconectamos con nuestra capacidad de disfrutar las comidas de manera más consciente.
¿Cómo empezar en el mindful eating?
Si quieres probar la alimentación consciente, comienza implementando pequeños cambios, como masticar más lentamente, hacer pausas entre bocados y evitar las distracciones mientras comes. Con el tiempo, notarás cómo esta práctica transforma tu relación con la comida, enseñándote a disfrutar del proceso y a cuidarte de una manera más plena.
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