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Foto del escritorClaret Méndez

Entrenamiento aeróbico o anaeróbico, ¿cuál elegir?

La actividad física siempre resultará benéfica para conservar en buen estado tu salud integral, pues contribuye a la prevención de enfermedades, disminuye el riesgo de osteoporosis, ayuda a incrementar la masa muscular, estimula la generación de neurotransmisores (como la dopamina y la serotonina) que mejoran nuestro estado de ánimo… Y podríamos seguir enumerando sus virtudes, pero hoy queremos dedicar esta entrada a una pregunta recurrente entre las personas que van a iniciar en el ejercicio, ¿qué tipo de entrenamiento elegir: el aeróbico o el anaeróbico?


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El ejercicio físico se clasifica en aeróbico (dinámico y con una misma línea de intensidad) y anaeróbico (diferentes líneas de intensidad), y sus nombres se refieren a la manera en la que el organismo obtiene energía (mediante la presencia o ausencia de oxígeno). Cada uno aporta algo positivo a tu salud, aunque los efectos que produzcan en tu cuerpo sean diferentes.


Ejercicio aeróbico


Este tipo de entrenamiento necesita de la respiración aeróbica para poder llevarse a cabo, es decir aquella en la que el oxígeno se utiliza para producir energía a partir de los carbohidratos.

Al respecto, la Comisión Nacional del Deporte (Conade) señala que al practicar actividades aeróbicas, el organismo aumenta su consumo de oxígeno, ya que durante su realización nuestra respiración se va acelerando y se vuelve más profunda. Debido a lo anterior, los ejercicios aeróbicos suelen ser de media o baja intensidad, pero se hacen durante periodos de tiempo extensos.


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Ya que se trata de una actividad física, sus beneficios están garantizados. Incorporar un entrenamiento aeróbico en tu día a día puede ayudarte a:

  • Disminuir a mediano plazo la presión arterial en pacientes hipertensos;

  • Bajar los niveles de colesterol en la sangre:

  • Mejorar la capacidad pulmonar, la circulación de la sangre y el aprovechamiento del oxígeno;

  • Reducir el riesgo de contraer alguna enfermedad cardiovascular.

Caminar, nadar, trotar, andar en bicicleta, bailar son algunos de los ejercicios aeróbicos que puedes hacer cotidianamente.

Ejercicio anaeróbico


Las actividades anaeróbicas requieren más esfuerzo de alta intensidad, pero se realizan en lapsos breves, lo que hace que la frecuencia cardíaca se mantenga constante y en un tiempo corto alcancen altas frecuencias. En contraste con el aeróbico, este ejercicio obtiene su energía en ausencia del oxígeno. La glucosa es su sustrato energético.


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La práctica de actividades anaeróbicas, como levantamiento de pesas, entrenamientos funcionales, carreras cortas a gran velocidad, sentadillas, desplantes, posibilita el aumento de la resistencia, así como la conservación y desarrollo de la masa y fuerza muscular. Entre los beneficios que trae consigo este tipo de entrenamiento destacan:

  • Fortalecimiento muscular y óseo;

  • Incremento de la resistencia física del organismo;

  • Ya que el corazón y el sistema circulatorio hacen más esfuerzo, se mejora el sistema cardiorrespiratorio;

  • Contribuye a la prevención de la osteoporosis.


A diferencia de los ejercicios aeróbicos, los anaeróbicos pueden provocar lesiones si no se realizan de manera adecuada o si se sobrepasa el umbral aeróbico, es decir la máxima intensidad de ejercicio a la que puede someterse un cuerpo sin fatigarse de modo extremo. Sin embargo, con la guía adecuada todo estará bajo control.


Ahora, respondiendo a la pregunta inicial, no es necesario que tengas que decidir entre uno y otro, ¡puedes complementarlos! Y en Nutrición Claret puedo ayudarte a diseñar un plan de actividad física que vaya de acuerdo con tus necesidades y, al mismo tiempo, brindarte acompañamiento nutricional desde un enfoque compasivo y amoroso.


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